México celebró el pasado 16 de septiembre el 213 aniversario de su independencia con un desfile cívico-militar que contó con la presencia de delegaciones de 20 países, entre ellos algunos de los más cuestionados por su falta de respeto a los derechos humanos y la democracia, como Cuba, Nicaragua, Venezuela y Rusia.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) defendió la invitación a estos países como un gesto de amistad y solidaridad, y aseguró que no se trataba de ninguna provocación ni injerencia en los asuntos internos de otras naciones. Sin embargo, su decisión fue criticada por diversos sectores políticos, sociales y mediáticos, tanto dentro como fuera de México.
La oposición mexicana acusó a AMLO de alinearse con los dictadores y no con los demócratas, y de enviar un mensaje contradictorio al celebrar la independencia con países que violan la soberanía y la libertad de sus pueblos. La candidata presidencial Xóchitl Gálvez expresó su deseo de que en el próximo desfile estuviera un contingente de Ucrania y no uno de Rusia ni de Nicaragua.
También desde Estados Unidos se mostraron preocupados por la presencia de militares rusos en el desfile mexicano, en un momento en que ese país está involucrado en una guerra con Ucrania. El subsecretario del Departamento de Estado para asuntos hemisféricos, Brian Nichols, calificó la decisión nicaragüense de provocación y peligrosa para el hemisferio. Nichols insinuó que Washington podría tomar medidas para expresar su desacuerdo con las acciones del régimen nicaragüense.
Entre los militares extranjeros que participaron en el desfile destacaron los 14 soldados cubanos y los 14 cadetes rusos, que marcharon con sus uniformes característicos. También hubo representantes de China, Venezuela y Nicaragua, países aliados del Gobierno mexicano. Según el Gobierno mexicano, estas delegaciones “enaltecieron” la parada militar por el Día de la Independencia.
