jueves 28, marzo 2024

A un año de la invasión

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“…La humanidad tiende a convertir la novedad, la noticia impactante, en algo cotidiano que, con el tiempo, va perdiendo interés, a esta guerra no podemos quitarle el ojo de encima por cuanto no se ve su fin y sí las posibilidades de incrementarse y afectarnos profundamente…”

Jorge Puigbó 

Mucho se ha escrito acerca de la guerra sin sentido en Ucrania. Era impensable, que algo así, pudiera ocurrir en este siglo, olvidamos que la ambición humana y los deseos de gloria, los caprichos de un líder carismático, siempre han sido los propiciadores de las grandes tragedias humanas. El hecho, es indudable, resalta la fragilidad de las instituciones de Derecho Internacional, tal y como lo expresó el presidente del país agredido: “…Es inaceptable cuando la soberanía de un estado independiente es violada por uno de los miembros permanentes de la ONU, del Consejo de Seguridad. Esto finalmente prueba que los mecanismos del modelo de 1945 no están completamente operativos hoy…” (Volodimir Zelenski). Es una frase lapidaria y sin respuestas, el sistema de normas internacionales fue concebido para aplicarse en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos de forma preventiva, las respuestas no son todo lo rápidas, ni eficaces, como se desean ya que no tienen funciones de policía. La guerra inesperada condujo a la UE y varios países más, a tomar decisiones de carácter muy complejo que necesitaron su tiempo. Unas de carácter político-económico y otras de carácter bélico, como la entrega de armas. Recordemos que la humanidad ha venido progresando al tomar sus líderes conciencia de la enorme tragedia que han significado las guerras, pero el Derecho Internacional y sus instituciones no pueden hacer frente a la violencia, son los ejércitos de los países quienes pueden actuar con la aprobación de sus gobiernos. Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, en marzo del 2022, frente al foro político y empresarial de Doha, también pidió reformar las instituciones internacionales por inoperantes al no haber evitado la invasión a su país por parte de Rusia: “Necesitamos una auténtica reforma de las instituciones internacionales de manera que un país no pueda hacer lo que quiera”, y con una gran ironía se respondió: “La conclusión es que todos los países necesitan armas nucleares para poder defenderse de una invasión. La intimidación con las armas nucleares (de Rusia) es una amenaza para todo el planeta”…” ningún país puede usar la energía como arma para chantajear al mundo”, y agregó: “debemos crear todos juntos una coalición contra la guerra”. Dos años antes, en septiembre de 2020, ante la Asamblea de las Naciones Unidas, había expresado: “…la ONU se ha convertido en un ‘software’ que salvó al mundo de un error crítico. Al mismo tiempo, debemos reconocer que el sistema falla cada vez más. Es atacado por nuevos ‘errores’ y ‘virus’. Y contrarrestarlos no siempre es efectivo”. Hablaba de Crimea y de la guerra separatista en la región ucraniana de Donbas…” Un país delincuente a quien no se le castigó a tiempo prosiguió con sus fechorías.

Solo como información traemos a este artículo algunas consecuencias de la guerra que se han observado. La primera que debemos señalar se refiere a la sorpresa ocasionada en el mundo por el regreso de un comportamiento que creíamos superado, las acciones que desarrollan algunos países en pleno siglo XXI nos recuerdan episodios de un pasado cruento e imperialista. La Unión Europea se sentía totalmente protegida en una gran burbuja, apenas estremecida por la inmigración ilegal y por los factores económicos normales. Fue una larga gestación, visible en las repetidas acciones desestabilizantes de Rusia, ejecutadas descaradamente mientras la UE se hacía la vista gorda. Esta actitud irresponsable se tradujo en permitirle el control militar sobre cinco importantes enclaves de diferentes países: Transnistria en Moldavia, la península de Crimea con su gran base naval de Sebastopol y parte del Donbass en Ucrania, además de Osetia y Abjasia en Georgia. No quisieron oír a nadie y les estalló en la cara la invasión del territorio ucraniano, sumándose a la gravedad de las acciones la interrupción del envío del gas ruso por los oleoductos Nord Stream. Fue entonces cuando se derrumbó la creencia de ser invulnerables y precipitó una serie de cambios en la forma de asumir las realidades. La más importante se refiere a la defensa, los Estados Unidos constantemente reclaman a la Unión Europea su incumplimiento en las cuotas obligatorias asignadas por la OTAN para el gasto mínimo en defensa, el cual se había sido fijado en el 2% del PIB, este incumplimiento se tradujo en una realidad acerca del equipamiento militar y su apresto, quedando expuesta al mundo su vulnerabilidad. Después de la invasión se apresuraron a subsanar los resultados de su conducta, utilizando fondos destinados a otros menesteres para solventar la compra precipitada de armamentos destinados a Ucrania. Como resultado de esta situación los Estados Unidos, repitiéndose la historia, en el lapso de un año ha invertido la extraordinaria suma de unos 44.000.000.000 de dólares en ayuda militar, mientras la Unión Europea, al principio reacia, ha invertido unos 12.000.000.000, dejando de lado su política de no enviar armas.

La segunda política afectada fue la asumida por Bruselas de eliminar la energía nuclear como fuente de electricidad y convertir a Rusia en su primer proveedor de combustible fósil, llegando a representar estas importaciones el 40% del presupuesto ruso. Nuevamente los Estados Unidos les advirtió la gravedad del error que estaban cometiendo y con reservas observó la construcción y puesta en marcha de los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Es increíble, pero, aún después de iniciar la invasión, el canciller alemán seguía defendiendo su necesidad. Las diligencias fueron urgentes con diferentes países para conseguir fuentes alternas de energía, fallar era paralizarse. Paralelamente, los bombardeos destruían a Ucrania y comenzaba otro capítulo doloroso, según ACNUR, a febrero de este año, ocho millones de ucranianos buscaron asilo en los países europeos. Esta desgracia humanitaria provocó otro cambio en la política, esta vez la migratoria, la UE tuvo que acudir a una disposición legal, denominada Directiva de Protección Temporal, dictada en el año 2001, para poder otorgarles la protección necesaria a los desplazados por los ataques. Por último, conjuntamente con la entrega de armas a la nación de Ucrania, Bruselas y los EEUU han impuesto severas sanciones económicas y prohibiciones al comercio. Las mismas se están incrementando. Dentro de estas medidas punitivas se encuentra una que llama la atención por su naturaleza y fundamentos legales, según Von der Leyen se bloquearon 300.000 millones de euros de las reservas del Banco Central Ruso y 19.000 millones de los oligarcas rusos, lo novedoso es que se quieren utilizar para reparar los daños que se le ocasionen a Ucrania por la guerra, esta medida se encuentra en medio de una discusión jurídica sin precedentes, una mayoría se inclina a su favor.

La humanidad tiende a convertir la novedad, la noticia impactante, en algo cotidiano que, con el tiempo, va perdiendo interés, a esta guerra no podemos quitarle el ojo de encima por cuanto no se ve su fin y sí las posibilidades de incrementarse y afectarnos profundamente.   

Jorge Puigbó

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