viernes 19, abril 2024

La miel de la mentira atrae (Parte II)

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“…De lo señalado por los especialistas se concluye: “la duda se transformó en un producto”, las “fake news” no son noticias sino la mentira disfrazada que apuntala a la “posverdad” y las “realidades alternativas” son ficciones creadas y diseñadas para que sea difícil distinguirla de la realidad…”

Jorge Puigbó

El artículo anterior lo cerramos diciendo que continuaremos con el tema, allí destacamos el papel de los grandes estafadores, de los grandes manipuladores de nuestra mente para lograr un objetivo que los favorece, bien sea pecuniario, político, religioso o simplemente ideológico. Con la aparición de la Internet las perspectivas de los medios tradicionales de comunicación cambiaron radicalmente de una forma imprevista, por tanto, se fueron adaptando en la medida de que iban surgiendo los cambios, lo que ocasionó la pérdida del control que tenían sobre el mensaje y la noticia. Para la clase política, también constituyó un duro golpe, sus estrategias se vieron desbordadas y muchas se obsoletizaron, obligándola a renovarse sobre la marcha. Esta revolución en la forma de conectarse con las masas favoreció mucho a los pequeños grupos, a los grupos minoritarios, quienes no poseían un acceso ilimitado a los medios y de pronto se vieron con un instrumento en la mano, accesible para la gran mayoría y con la cual se podían comunicar con sus seguidores directamente y en tiempo real para darles instrucciones, suministrarles contenido ideológico y lo más importante: interactuando con ellos. Asimismo, y en la medida en que se fueron asimilando por parte de los partidos y líderes políticos las inmensas posibilidades al poder utilizar estos nuevos medios para posicionarse e influir en las corrientes de opinión, igualmente lo hacían los gobiernos no democráticos, la delincuencia, las religiones y otros. Dar información verdadera, trasmitir desinformación, polarizar y enervar situaciones sociales, se volvió la tarea principal de muchas organizaciones quizás impulsadas por conseguir lo que, Lee McIntyre, uno de los más conspicuos estudiosos de la Posverdad, ha llamado la “supremacía ideológica” y quien sostiene lo que a continuación copiamos: “… En el pasado nos hemos enfrentado a serios desafíos, incluso a la noción de verdad misma, pero nunca antes tales desafíos se habían adoptado tan abiertamente como una estrategia para la subordinación política de la realidad, que es como yo defino la posverdad…los “hechos alternativos” reemplazan a los hechos reales y los sentimientos tienen más peso que la evidencia…”

Como hemos afirmado, grupos organizados, políticos, religiosos, en fin, ideológicos, tratan de imponer su forma de pensar, utilizando los medios de comunicación, la información sesgada y confeccionada de tal manera que produzca determinados efectos en el público. Provocar en las personas reacciones frente a una información determinada se ha venido acentuando en el tiempo y ha sido la tarea fundamental de los medios, desde que la noticia se convirtió en entretenimiento aumentó exponencialmente su importancia reflejándose en el espacio dedicado a esa forma de transmitirla. Leí hace un tiempo que un reconocido psicólogo social, León Festinger, elaboró la “Teoría de la Disonancia cognitiva”, a partir de los sesgos cognitivos, la cual señala una forma de reaccionar de las personas frente a la escogencia entre lo que se quiere, se aspira que pueda ocurrir y la evidencia de los hechos, en estos casos intervienen los sentimientos y sobre todo el sentirse cómodo sicológicamente por la elección. Esta brecha entre uno u otro la tratamos de borrar escogiendo lo que se ajusta mejor a nuestros sentimientos y creencias, ignorando los hechos porque así se favorece nuestra forma de pensar. Un ejemplo claro y debidamente analizado, tanto por McIntyre como por otros especialistas, fue la campaña negacionista mediante la cual la industria tabacalera en los años cincuenta del siglo pasado torpedeó las conclusiones científicas acerca del daño que ocasiona el tabaco a la salud y en cuyos informes podemos leer: “la duda es nuestro producto, ya que es la mejor forma de competir contra ‘el conjunto de hechos’ existente en las mentes del público en general”. Una forma de destruir la creencia en la ciencia es presentado desacuerdos ficticios apoyados en estudios falsos, o con medias verdades financiando campañas publicitarias apoyadas en científicos oscuros cuyas opiniones se propagan como verdades creando confusión. Un tema álgido sometido a constante manipulación es el referente al evidente cambio climático, hoy el individuo común sufre un gran desconcierto por cuanto, los intereses económicos involucrados son tan poderosos que han logrado polarizar las creencias, consiguiendo de esa forma que cada quien acepte lo que le sea más cómodo ideológicamente hablando. De lo señalado por los especialistas se concluye: “la duda se transformó en un producto”, las “fake news” no son noticias sino la mentira disfrazada que apuntala a la “posverdad” y las “realidades alternativas” son ficciones creadas y diseñadas para que sea difícil distinguirla de la realidad. 

Otra cuestión preocupante es la creación de teorías conspirativas y aunque siempre han existido, su nivel de intensidad aumentó y por tanto su influencia en las sociedades. De vieja data es la conocida teoría nacida en la Edad Media de que los judíos, en una conspiración secreta, como son todas, sacrificarían todos los años en la Pascua en honor al Diablo, un niño cristiano hasta lograr volver a Jerusalén. Esa mentira ocasionó muertes y persecuciones. Resumimos algunas otras:  

– El Nuevo Orden Mundial es la más popular, el dominio del mundo por un gobierno global represivo y controlador. Los “Illuminati”, secta secreta que controla al mundo todavía tiene creyentes y es un antecedente a esta creencia, así como también todo lo relacionado con el club Bilderberg.

– El QAnon y el “estado profundo”. Organización nacida en el 2017. 

– Lo de las farmacéuticas convertidas en un poder supranacional para el control de la población ha sido de las más dañinas y unidas a Bill Gates, peor.

Neil Armstrong, no pisó la Luna en 1969.

– La estela blanca de los aviones en la atmosfera tienen sustancias químicas que nos enferman, esterilizan, modifican el clima, etc.

– El terraplanismo, increíble que se mantenga esta creencia con gran apoyo en concentraciones públicas. 

– La tecnología 5G será usada para controlar nuestras mentes.

– El pornomarxismo, una conspiración para imponer la pedofilia y el homosexualismo.

– Conspiranoicos europeos creen en una conspiración para sustituir a la población europea por inmigrantes africanos 

– El ataque a las Torres Gemelas, el 11-S lo organizó el gobierno de los EEUU. También hablan de que dejaron que sucediera para poder restringir los derechos civiles. 

– La decisión de Walt Disney de congelarse creó todo un mundo de fantasías. Algoritmos ocultos en películas como Frozen, etc.

– Uno de las más populares creencias es la llamada Área 51, un lugar oscuro en EEUU donde ocurren experimentos con vida extraterrestre.

Solo para entender, la UNESCO maneja esta campaña: “Piensa antes de compartir, detén la propagación de las teorías de conspiración, la pandemia de COVID-19 ha provocado un aumento preocupante en las teorías de desinformación y conspiración. Las teorías conspirativas pueden ser peligrosas: a menudo se dirigen y discriminan a grupos vulnerables, ignoran la evidencia científica y polarizan a la sociedad con graves consecuencias. Esto debe parar”. Estamos de acuerdo.

Jorge Puigbó

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