El colapso de la moneda, la aceleración de la inflación y las protestas por los bajos salarios en el sector público elevan la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, pero todo indica que progresivamente ganará capacidad de maniobra gracias al aumento de la producción de petróleo y al alza en los precios del barril.
El reciente trabajo de Runrunes sobre el tema, destaca que la escalada en los precios del petróleo, vendrá de la mano del incremento de la demanda por la reapertura de la economía china, hasta hace poco maniatada por las restricciones para combatir al COVID-19. Al mismo tiempo, se espera menos oferta de crudo por el impacto de las sanciones a Rusia tras su invasión a Ucrania.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) explica en su informe de enero de este año que el escenario más probable es que se desarrollará un «déficit sustancial de crudo durante toda la segunda parte de 2023 a medida que la demanda avance a toda velocidad”.
El barril Brent, el crudo marcador, se cotiza en torno a 80 dólares y Goldman Sachs contempla que alcance los 110 dólares en el tercer trimestre, mientras que los analistas de UBS esperan que el precio “supere los 100 dólares en los próximos meses”.
El petróleo es la principal fuente de dólares de la administración de Nicolás Maduro y el alza en el precio del barril se combinará con el incremento de la producción, gracias a que el gobierno de Joe Biden otorgó una licencia a Chevron, la multinacional estadounidense, para que aumente sus operaciones en Venezuela.
Estados Unidos, al igual que una larga lista de países, considera ilegítimas las elecciones de 2018 en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente y mantiene vigentes sanciones que limitan el comercio de petróleo con Venezuela, así como las operaciones de las empresas estadounidenses y extranjeras.
La producción
Chevron tiene una participación minoritaria en cuatro empresas en las que está asociada con Pdvsa, la compañía de petróleo del estado venezolano: Petropiar, Petroboscán, Petroindependencia y Petroindependiente. En el pasado, Chevron financió parte de las operaciones de estas empresas y Pdvsa tiene una deuda por pagarle.
Aunque no se conoce en detalles el contrato firmado entre Chevron y Pdvsa, se sabe que la empresa estadounidense invertirá y aumentará la producción en las compañías en que son socios. Luego exportará el petróleo a Estados Unidos y una parte de los beneficios ingresarán a la caja del gobierno venezolano.
La información entregada por el gobierno a la OPEP indica que la producción de Venezuela promedió 716 mil barriles diarios en 2022 y fuentes petroleras calculan que para finales de este año Chevron estará produciendo unos 300 mil barriles, con lo que la producción aumentaría hasta una cifra cercana al millón de barriles.
Gustavo García, execonomista jefe de la División Fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo, indica que esto sería entre el tercer y cuarto trimestre: «Lo más probable es que, en promedio, la producción de Chevron se ubique entre 150 mil y 200 mil barriles diarios”.
La caja
Para exportar petróleo al margen de las sanciones la administración de Nicolás Maduro recurre a intermediarios que revenden el crudo en Asia con un descuento considerable, pero Chevron podrá ofertar los barriles extraídos en Venezuela a precios de mercado.
Gustavo García señala que como no se conoce el contrato firmado por Chevron, para calcular un aproximado del ingreso, asumió que Pdvsa recibirá la mitad de los beneficios a un precio de 80 dólares el barril para el crudo venezolano.
De acuerdo con este ejercicio, a través de Chevron, el gobierno recibiría este año alrededor de 2 mil 200 millones de dólares, una cifra que en las actuales circunstancias proveería oxígeno porque ayudaría a disminuir el severo desequilibrio en las finanzas del Estado.
“El centro de gravedad de la política económica es la situación fiscal”, dice Gustavo García y explica que como existe una enorme brecha entre el ingreso y el gasto, el Banco Central financia al sector público emitiendo una gran cantidad de bolívares.
El Banco Central utiliza los bolívares que crea para financiar a Pdvsa y luego Pdvsa transfiere dinero al resto del sector público. Una vez este dinero ingresa a la economía genera presión inflacionaria porque se traduce en más bolívares detrás de pocos productos o en una demanda de dólares que propicia la depreciación de la moneda.
A la par de que emite bolívares para financiar al gobierno el Banco Central vende dólares a través de la banca, pero es un monto muy pequeño respecto a la demanda y por tanto el bolívar no deja de hundirse. En enero de 2022 un dólar costaba 4,5 bolívares y hoy cuesta 22 bolívares en el mercado oficial.
Vía Runrunes