Margarita es conocida nacional e internacionalmente como la isla del turismo, la recreación y el entretenimiento. ¿Existen otras formas de negocios, poco exploradas?
La respuesta es sí. De acuerdo con un trabajo especial publicado por El Estímulo, en las profundidades del mar se encuentra una oportunidad de negocio que apenas se inicia.
Las algas secuestran carbono y ayudan al ambiente; en ellas abundan los nutrientes, son alimento y también sirven para obtener compuesto que cuidan la salud. Pero también son una industria creciente en muchos países del mundo.
Más allá de las actividades que le dan fama a la isla de Margarita como el turismo, comercio, gastronomía, entretenimiento, espectáculos musicales y «rumba» surgen espacios productivos agrícolas y acuícolas, como el novedoso pero todavía incipiente cultivo, procesamiento y producción de algas marinas.
Un reciente foro organizado por el Centro de Difusión del Conocimiento Económico, Cedice Libertad, en el hotel Puerta del Sol de Porlamar, los participantes, en su mayoría biólogos marinos, exaltaron las diversas bondades de las algas marinas como renglón de la acuicultura en la protección de ecosistemas y contra el cambio climático por la comprobada captura de carbono.
Organizaciones ambientalistas promueven preservarlas y difunden su utilidad. Igualmente que se les destaca como recurso frente a la progresiva crisis alimentaria mundial. En en el foro los expertos debatieron la posibilidad de alcanzar sostenibilidad productiva de las algas o alguicultura para usos alimenticios, medicinales y de aplicación estética.
Mucho que aprender
Frente a la progresiva crisis alimentaria mundial, la acuicultura surge como complemento necesario de la agricultura. En esa ruta se perfila la misión de la SV de Acuicultura que la comenta Arnaldo Figueredo, acuicultor y director ejecutivo de esta organización: «Es esperanzadora por el crecimiento sostenible de la actividad a nivel mundial y por su impacto alimentario, económico y ambiental, por la alta calidad de nutrientes, proteínas y aminoácidos, y grasas polinsaturadas en productos de cultivo, no sólo de peces sino de moluscos, crustáceos y algas».
«En Venezuela no hay una cultura sobre esta especie acuícola, a diferencia de la masiva producción y consumo en el sudeste asiático. Hay que modificar paradigmas y dar a conocer los muchos factores nutricionales positivos que contienen. En nuestro país este conocimiento y las investigaciones son de apenas unas dos décadas, aunque es sólo desde hace unos tres años que aparece un crecimiento que genera interés y motivación. Han surgido iniciativas de emprendimiento aquí en la isla para la producción de las bondades tanto en la parte alimenticia como en la farmacológica e incluso en el área cosmética y microbiológica», señala Figueredo.
Destaca que el desarrollo de la acuicultura en Venezuela se potenciaría aún más en Nueva Esparta por los amplios espacios acuáticos, la calidad de los nutrientes en las aguas marinas, el clima, las temperaturas y en general la biodiversidad, explica.
También menciona un fenómeno oceanográfico interesante: la surgencia costera que es consecuencia de fuertes vientos alisios que mueven masas de agua fría en el fondo marino, cargadas de nutrientes que se elevan hacia la superficie.
¿Qué sensibilidad o interés institucional hay en Margarita para dirigir ese potencial de la alguicultura, como parte de la acuicultura, hacia la sostenibilidad?
—Junto con lo anterior se cuenta con la presencia de instituciones académicas para el estudio y la investigación como soportes de desarrollo, como la Escuela de Ciencias Aplicadas del Mar y el Instituto de Investigaciones Científicas de la Universidad de Oriente, la Fundación La Salle y la Estación de Investigaciones Marinas.
Sin duda han hecho aportes investigativos que hoy en día dan soporte a la alguicultura y a la sostenibilidad económica, así como a las posibilidades de abrir mercados no sólo nacionales sino de exportación.
El limitante reino de los permisos
-En general, se percibe que hay condiciones para ir logrando la sostenibilidad de este renglón. Sin embargo, seguro hay retos importantes en esa ruta…
«Los obstáculos se concentran a partir de la crisis que desde diversos escenarios han generado la inestabilidad económica del país. En lo particular hay que precisar que el estamento legal es muy incipiente. Apenas una ley de Pesca y Acuicultura que va a ser reformada, pero que aún así no cubre aspectos necesarios que impulsen la actividad».
-¿Cuáles aspectos serían importantes?…
«La SVA ha hecho observaciones y esperemos que se tomen en cuenta, como la figura de las concesiones para el uso de espacios acuáticos que abran la posibilidad de emprendimientos de iniciativa privada. Ahora eso se maneja con permisos por un año, lo que no es el marco apropiado para realizar inversiones de largo plazo. Un lapso apropiado sería de diez años para una planificación que pueda ser susceptible de modificaciones o ajustes que requieran financiamientos que generen productividad».
recisa el director ejecutivo de la SVA que todo emprendimiento acuícola debe tramitar permisos de operatividad ante diversos organismos oficiales como Insopesca y el Ministerio de Ecosocialismo, procesos tradicionalmente engorrosos. En el caso de los que hacen alguicultura, el recorrido se dificulta más por la participación del Instituto Nacional de Espacios Acuáticos.
Libre iniciativa productiva
Entonces, ¿cuál sería el marco legal a establecer en Venezuela para facilitar el cultivo de algas?
«Que se elimine lo punitivo en las leyes que rigen la pesca y la acuicultura, pues no toman en cuenta todo el contexto que la actividad requiere en cuanto a espacios y tiempos, las especies que pueden ser capturadas, los mecanismos y métodos a utilizar, con reglas claras y permanentes para el emprendedor, con un preciso reglamento de trabajo que tome en cuenta la protección ambiental y no que el Estado centralizado sea el factor predominante en la extracción y control de la actividad. Más bien que sea factor impulsor y motivador de la actividad en un marco de legalidad que promueva la libre iniciativa productiva y que incluso flexibilice la carga tributaria y mejore los servicios», señala Figueredo.
El Estímulo
