La relación entre Irán y Venezuela se remonta a la década de 1960, cuando ambos países formaron parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Sin embargo, fue a partir del año 2000, con la llegada al poder de Chávez en Venezuela y de Mahmud Ahmadineyad en Irán, que se intensificó el intercambio político, económico y cultural entre ambas naciones. Ambos líderes compartían una visión antiimperialista y un discurso de defensa de la soberanía nacional frente a las injerencias de Estados Unidos y sus aliados.
A pesar de la poca transparencia pública, podemos anotar que entre los principales acuerdos que se firmaron entre Irán y Venezuela se destacan los siguientes:
- El establecimiento de una línea aérea directa entre Teherán y Caracas, que facilitó el transporte de pasajeros y mercancías de diversa índole.
- La creación de un fondo binacional de 2.000 millones de dólares para financiar proyectos conjuntos en áreas como agricultura, industria, energía, minería, salud y educación.
- La construcción de varias plantas industriales en Venezuela con tecnología iraní, como fábricas de tractores, automóviles, cemento, bicicletas y productos lácteos.
- La cooperación en materia nuclear con fines pacíficos, que incluyó el envío de uranio venezolano a Irán para su enriquecimiento y la asistencia técnica iraní para el desarrollo del programa nuclear venezolano.
- El apoyo político mutuo en los foros internacionales, como el Movimiento de Países No Alineados, la Organización de las Naciones Unidas y la Unión de Naciones Suramericanas.
Esta relación también ha enfrentado diversos obstáculos y dificultades, especialmente a raíz de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a Irán por su programa nuclear, y por la crisis económica, social y humanitaria que vive Venezuela desde el año 2014. Estos factores han afectado negativamente el comercio bilateral, que pasó de 36.000 millones de dólares en 2008 a menos de 50 millones en 2019. Asimismo, han limitado la capacidad de ambos países para cumplir con sus compromisos financieros y contractuales.
No obstante, Irán y Venezuela han buscado mantener y fortalecer sus vínculos ante la adversidad, demostrando una gran resiliencia y solidaridad. Algunos ejemplos recientes son:
- El envío de cinco buques petroleros iraníes a Venezuela en mayo de 2020, que transportaron 1,5 millones de barriles de gasolina y otros insumos para aliviar la escasez de combustible.
- La reactivación de la línea aérea directa entre Teherán y Caracas en junio de 2020, que permitió el traslado de alimentos y medicinas, entre otros.
- La firma de un acuerdo estratégico en noviembre de 2020, que contempla una mayor cooperación en los sectores petrolero, gasífero, agrícola, científico, tecnológico y militar.
Los principales desafíos que enfrenta Venezuela son:
- Desvincularse de las posiciones radicales de Irán y sus nexos con asociaciones calificadas de terroristas a nivel mundial.
- Superar el aislamiento diplomático y económico que les impone Estados Unidos y sus aliados, y buscar alternativas para diversificar sus mercados y socios comerciales.
- Tratar de insertar las radicales diferencias culturales, sociales y religiosas que marcan la desigualdad entre países, que en principio parece insalvable.
- Resolver los problemas internos de Venezuela, como la inflación, la escasez, la corrupción, la violencia, la represión y la falta de legitimidad política, que afectan la calidad de vida de sus ciudadanos y la estabilidad de sus instituciones, por lo que luce obvio que el camino trazado sea establecer alianzas estratégicas, triangulando acuerdos con otros países como China, Rusia, India y Turquía.
En conclusión, se puede afirmar que la economía iraní ha implicado riesgos y costos para Venezuela al exponerla a mayores presiones y sanciones por parte de Estados Unidos y los aliados de la comunidad mundial, por lo que no parece fácil salir bien librados de esa sociedad.
Veremos…
Carlos del Campo
Annalista Internacional
delcampocarlos636@gmail.com