jueves 01, junio 2023

Jackson Gutiérrez apuesta al cine venezolano a pesar de las circunstancias #10Feb

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Si los cineastas venezolanos solo piensan en la crítica situación de la industria cinematográfica nacional, terminarán fracasando. La frase es del director Jackson Gutiérrez, quien se ha enfocado en seguir produciendo películas a pesar de las circunstancias.

En una entrevista concedida a El Nacional, el joven director mostró su visión acerca del cine venezolano y cómo ha conseguido financiar sus producciones con esfuerzo e ingenio.

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“Si nos enfocamos en que la industria está en esa situación, o nos metemos en la cabeza que no podemos hacer cine si no tienes una millonada, vamos a ser unos fracasados”, advierte.

El año pasado Gutiérrez, conocido por un cine que cuenta historias ambientadas en los barrios caraqueños, estrenó en seis meses cuatro películas: Azotes en llamas, La toma, Inocencia y La vida es una película, esta última dirigida por su esposa Yiusmelis “Lilo” Delgado, producida por Jackson Films.

Creo que uno tiene que cumplir sus sueños. El cine es mágico. Es una magia que tienes en las manos, simplemente tienes que aplaudir para que pueda sonar. Ese es mi enfoque, no dejar de hacer”, afirmó el director a El Nacional, que ganó con La toma los premios Mención Especial y Mejor Casting de la edición 18 del Festival del Cine Venezolano, que se llevó a cabo en julio de 2022.

Ideas para crecer

En el contexto venezolano, Gutiérrez ha financiado sus películas con el dinero que obtiene de los talleres de Jackson Films. Muchos de los que estudian con él, en ese proceso de aprendizaje, se han sumado a sus proyectos, la mayoría como actores. Menciona nombres como Mascioli Zapata, que trabajó en La hora cero, dirigida por Diego Velasco, o su propio hijo, Ibrahim Gutiérrez, a quien le gusta tanto la actuación como la cámara y la edición.

Yo desde hace ocho años utilizo este método. No digo que tengo una universidad, sino que tengo una escuela de aprendizaje. No me considero un profesor de alta gama, soy una persona que enseña lo que sabe. Creo que estamos haciendo un bonito trabajo, hemos hecho una buena labor”, asegura.

Gutiérrez recibe en una oficina ubicada en Plaza Venezuela en la que se escuchan el bullicio de la capital y la salsa baúl que se reproduce en el televisor. Mientras transcurre la entrevista, Ibrahim se encarga de editar Machera, la próxima cinta de Gutiérrez, realizada bajo un convenio con el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), que consistió en dictar un taller que culminó con la producción del filme. Espera estrenarla en junio.

Para él, los cineastas venezolanos no deben dejar de producir a pesar de las circunstancias.

—El año pasado logró estrenar cuatro películas. ¿Cómo es alcanzar tal meta en una industria cinematográfica tan decaída como la nuestra?

—Si nosotros nos enfocamos en que la industria está en esa situación, o nos metemos en la cabeza que no podemos hacer cine si no tienes una millonada, vamos a ser unos fracasados. Tengo una escuela llamada Jackson Films. Son mis chamos que están en proceso de aprendizaje, hay adultos contemporáneos, entre otros. Obviamente yo cobro una mensualidad o algo semanal, a veces entran a mis proyectos u obtienen un impulso importante en las redes sociales. De ese cobro reúno y hago una película. Es como una tesis final de estos panas que trabajan conmigo. Eso es un impulso importante para ellos. Tienen un desarrollo a medida que pasan los meses, y luego voy escribiendo la película y los incluyo a ellos también, como lo hago con actores ya profesionales. Eso me ha llevado a mantenerme en la plataforma del cine y hacer tantas películas. Creo que hay que buscar herramientas, no solo las oportunidades.

—Desde su perspectiva como director: ¿qué le falta al cine venezolano para ser la industria de otros tiempos?

Lo primero es que la gente vaya al cine. Obviamente hay una situación fuerte, porque no todo el mundo tiene para gastar 50 dólares en una noche. Hay personas que solo cuentan con un sueldo mínimo y otras que se rebuscan en la calle. Gastar 100 o 150 dólares al mes en el cine es fuerte para muchas personas. Creo que eso está pasando también. Creo que antes había más fluidez económica. No vamos a buscar hacer un cine popular porque no es la idea, pero sí que se mejoren un poco los precios, y que el cine pueda vender más. Siempre he dicho que es mejor abundancia que poco. Hay gente que no sabe que las películas venezolanas se mantienen solo dos semanas protegidas por la Ley de Cine. Son dos semanas nada más y, si hay fluidez y cumplimos con los números, sigue en cartelera. Pero si no se cumplen la película sale de las salas. ¿Qué pasa? Que vamos al cine, vemos en la cartelera Avatar y Papita, maní, tostón y decidimos ver Papita, maní, tostón la semana de arriba, cuando ya Papita no está disponible. A mí todavía me preguntan cuándo se estrena Azotes en llamas. No entiendo por qué hay un rechazo todavía a los cines, porque no es solo con las películas venezolanas, los números son bajos para todas las películas. Yo con Azotes en llamas hice mi recorrido en salas y llegué a ver más fluidez que en películas de Hollywood.

El Nacional

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