sábado 23, septiembre 2023

#OPINIÓN ¿Y si Rusia utiliza sus armas nucleares?

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Durante su presidencia en los años 80, Ronald Reagan adoptó una postura audaz y contundente en política exterior, particularmente en lo que tocaba a la amenaza de la guerra nuclear. Al asumir la presidencia en 1981, Reagan heredó una tensa relación con la Unión Soviética, mejor conocida como la Guerra Fría. Ambas superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, poseían un arsenal nuclear masivo que planteaba la amenaza de una destrucción mutua asegurada. La estrategia de Reagan se basó en su firme creencia de que la paz se lograba a través de la fuerza. Entonces buscó evitar el conflicto armado a través de una estrategia que implicaba armarse más que cualquier otro país. Su estrategia se centró en aumentar significativamente el presupuesto de defensa de Estados Unidos y desarrollar un sistema de defensa antimisiles conocido como Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, por sus siglas en inglés), comúnmente conocido como la “Guerra de las Galaxias”.

Reagan, entonces, llevó a cabo un programa de modernización y expansión militar sin precedentes. Aumentó el presupuesto de defensa de Estados Unidos en un esfuerzo por superar a la Unión Soviética en términos de capacidad militar. Este enfoque, aunque controvertido, buscaba ejercer presión sobre la economía soviética y desestabilizar su sistema político y militar y lo logró, al implementar tecnologías de defensa antimisiles capaces de interceptar y destruir los misiles enemigos. La implementación completa de la SDI resultó tan desafiante que su mera existencia generó preocupación en la Unión Soviética y planteó preguntas sobre la efectividad de su propia capacidad ofensiva. La presión económica y militar contribuyeron a debilitar su posición y aceleró su colapso. Si bien hay debates sobre la efectividad y la ética de estas políticas, no se puede negar que las acciones de Reagan jugaron un papel crucial en el eventual fin de la Guerra Fría y la reducción de las tensiones globales.

Pero hablemos del poder nuclear de Rusia hoy: como una de las principales potencias del mundo, posee un arsenal significativo de armas. Históricamente, ha mantenido una política de disuasión, donde el uso de armas nucleares se considera como un último recurso. Pero Putin está como una fiera herida y puede decidir cualquier locura. Luis Alejandro Aguilar lo asomó en estas mismas páginas hace una semana. Cito: “Los rusos juegan con fuego con Chernóbil y la zona de exclusión que la rodea. Lo que fue el reactor número 4 está hoy aislado del exterior por dos enormes sarcófagos de hormigón y de acero. Pero la actividad nuclear está allí presente todavía y por muchos años más por venir. Lograr dañar esos sarcófagos sería la mayor estupidez jamás vista. Ha habido reportes de actividad bélica rusa con artillería contra la central nuclear de Zaporiyia (que está en Ucrania), otro desafuero más”.

Por eso, es importante y, sobre todo, crucial, comprender las posibles implicaciones que surgirían si Rusia llegara a utilizar su poder nuclear, primero en contra de Ucrania y luego en contra del mundo.

Si esto pasara, el impacto de ese ataque sería devastador. Las explosiones causarían una enorme cantidad de víctimas, tanto por la onda expansiva como por la radiación. Las consecuencias a largo plazo incluirían enfermedades, mutaciones genéticas y daños irreparables al medio ambiente. Además, el uso de armas nucleares podría desencadenar una escalada global, lo que además causaría una catástrofe humanitaria a escala mundial.

También se desencadenaría una respuesta inmediata de la comunidad internacional. Es probable que los países afectados, así como sus aliados y organizaciones internacionales, tomen represalias proporcionales o incluso superiores. Esto podría resultar en un conflicto a gran escala por la más que posible, cierta, guerra nuclear. Las consecuencias políticas serían profundas, además de un cambio significativo en el equilibrio de poder mundial. Las reacciones de otros países que poseen arsenales nucleares, como Estados Unidos, China, Francia, el Reino Unido, India y Pakistán, (y probablemente Irán e Israel) serían terribles. El mundo se encontraría al borde de una crisis sin precedentes.

Las implicaciones del uso del poder nuclear de Rusia son espantosas y deben ser consideradas con seriedad. Putin es un demente. Quienes han intentado detenerlo dentro de su propio país han sido asesinados y “suicidados”. La comunidad internacional ha trabajado arduamente en la promoción del desarme nuclear y la no proliferación, reconociendo los peligros inherentes al uso de armas nucleares. ¿Qué puede pasar ahora con un loco con el botón rojo en su mano? Sólo espero que nunca tengamos que enfrentar un escenario donde Rusia recurra al uso de armas nucleares, y que la diplomacia y el diálogo prevalezcan como las vías preferidas para resolver conflictos globales.

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